Ir al contenido principal

El último post del 2023.

 Recuerdo que una de las partes que más me emocionaban de finalizar cada año era abrir un nuevo blog de esta serie llamada A Very Charlie Marian Story. Me encanta mi blog, me encanta venir a emocional y psicológicamente desnudarme aquí frente a ojos de extraños y sin embargo este año consideré seriamente la posibilidad de dejar de escribirlo.


Desde hace unos años que mi vida se siente como una pausa en arenas movedizas. Un acto en slow motion. Nada me pasa, nada sucede y aunque en un principio era una monotonía que NECESITABA ahora se ha vuelto tan pesada, me está costando mucho ponerme de pie otra vez. 

He tenido algunos trabajos, ninguno estable y ninguno relacionado a mi carrera. He tenido mis dudas sobre si volver, ahora estoy convencida de que no tengo otra opción. Se me están pasando los años y yo ya no puedo ni quiero seguir en este mismo lugar: Viviendo con mi familia, a la expectativa de un freelanceo que me paga cinco pesos... ¿Para qué? ¿Para dedicar todo mi tiempo a escribir? No puedo. Empiezo a escribir y en algún punto me desanimo un montón y empiezo a preocuparme un chingo porque debería estar dando clases, debería estar viviendo lejos, debería estar siendo un adulto funcional, debería estar viendo a mis amigas cada finde, debería estar teniendo citas, teniendo novixs. Debería estar viva.

He estado en esta cueva para respirar y ahora que las cosas a mi alrededor se pusieron difíciles, veo que me he estado ahogando.

Demasiado de algo bueno no puede ser bueno, diría Sam Smith. y ahora puedo entenderlo.




Darme cuenta que iba a dejar de escribir mi blog porque ya no tenía nada qué contar fue lo que me hizo levantar banderas rojas. Esta definitivamente nO es la vida que busqué, ni que deseo ni que merezco.

¿Pero por dónde me voy, qué elijo, cómo le hago? Volver a ejercer significa no escribir. Cuando pienso así me esfuerzo en ser optimista: Si me toca horario matutino, tendría más horas para reponerme y escribir. Un pericazo ayudaría. Media botella de vino me ayudaría. No viajar cada fin de semana me ayudaría. No ver a mis amigxs en un rato me ayudaría. Silencio y soledad unos días me ayudaría.

¿Y los tendré?


No los tengo ahora, eso téngalo por seguro.


He sentido repele de volver. Si les soy sincera, lo principal que me detiene es volver a ver a mis ex compañeros. Tener que topármelos, tener que responder a sus preguntas invasivas. Tengo mucho miedo de encontrarme a Karli. No es que les deseé el mal o les odie, es que no quiero que me tengan lástima, ni que piensen mal de mí. ¿Por qué me importa tanto? Ni idea.

Eso, en lo laboral, sólo hay un camino a seguir, uno recto y si han leído de mí saben que straight isn't my thing at all.




Diseccionar mi escritura también. No puedo hacerme de un nombre, una carrera, de dinero si no disecciono lo que escribo. Escribir desde donde me nace, no desde donde me es más cómodo, y echarlo todo en el cajón. Este año sólo participé en un concurso que claramente no gané porque hice todo el proyecto en pinches quince días. Ni siquiera edité lo que debía editar antes de enviarlo. Me rechazaron otra vez de la misma beca y no volví a buscar más convocatorias.

Las cosas que sucedieron en mi vida familiar me zarandearon un poco, demasiado cercano y demasiado realista y demasiado... Aterrador. Entendí que no puedo seguir viviendo evitando vivir. Porque es "cómodo", o porque "es necesario para escribir".

Las aventurillas que tuve este año me dejaron esta sensación de solitud, de cansancio. No estoy priorizando mi bienestar ni mi salud, estoy priorizando mi flojera. Desde hace bastante que no siento la emoción ni la iniciativa de tener algo con alguien. ¿Para qué? ¿Para que me interrumpa mi apretada agenda de escribir?


¿Antes era así?






Antes, antes. Digo "Estoy sanándome", ¿De qué exactamente, Mariana? Ya pasó un año y medio de aquellas rupturas -más o menos, tampoco me hagan mucho caso en cuestiones de tiempo-

¿De verdad estoy esperando a qué o qué? ¿Por qué estoy aferrándome a una soledad que me está carcomiendo con la excusa de que sigo herida, o de que sigo esperando a que...?

Hace mucho que ya no siento nada cuando les veo en mis sueños, cuando me topo con algún recuerdo de ellxs, cuando alguien dice su nombre o me pregunta. ¿Por qué me esfuerzo en dar la apariencia de que es un dolor activo cuando en realidad hay días en que ni las recuerdo?

Es extraño. A veces pienso que si lo único que me queda de ellxs, del ex mimors y karli es el dolor de su ausencia, debo aferrarme a eso porque si no desaparecerán. 

Pero, ¿Sería muy malo?

Si desaparecen, su recuerdo, habría más espacio aquí para otras personas, otras actividades, otras cosas...

¿Por qué me da tanto miedo el cambio? He sufrido tanto, a lo largo de esta última década y pienso: ¿Por qué me aferro? ¿Por qué pienso que esto es normal? ¿Por qué quiero convencerme a mí misma de que es lo ideal, que hay que vivir en un perpetuo luto?

Me da miedo el cambio, sí. Tampoco soy buena escribiendo finales -pueden preguntarles a mis lectores beta- y sin embargo, siento el reloj haciendo tic toc tic toc detrás de mis oídos. La ansiedad, el miedo.

Levántate, Mariana. Cambia tu vida. Te da miedo volver a lo que antes vivías, pero ya no eres esa Mariana. Ya ni siquiera usas sólo ella como pronombre. Ahora eres más valiente, más inteligente, más...

Más tú.

¿Pero lo soy?

¿La vida podrá esperarme?


Mi familia y mis amigxs ciertamente no. Mi cuerpo tampoco.

Hace mucho que no como ni siquiera dos veces al día. Pero tomo, ¡Oh, pero vaya que he tomado este año! No tanto como desearía, pero lo que deseo es literalmente suicida. Homicida si andamos de buen humor.

La vida no va a esperarme, ¿Verdad?

Tengo que correr, por más cansada que crea estar, por más que me duelan los piecitos, el corazón, por más nublada que tenga la mente por el miedo, mi inseguridad. La vergüenza, mi propio veneno que sin reparos he bebido, bebido, bebido, vomitado y luego bebido otra vez.

¿Unx se puede volver adictx a su propia miseria? ¿Es mi caso? Debería escribir sobre eso.



Para finalizar esto, quisiera añadir que no pienso dejar mi blog, voy a seguir hasta que me muera -o se acabe el internet, pero incluso escribiría este blog en una libreta lmfao-

Voy a esforzarme en retomar mi vida, lo que sea que eso signifique. Mi independencia económica, mi carrera como maestra y escritora, mi vida romántica, mi vida social con mis amigxs, mi salud física. Voy a leer un montón más, voy a empedarme también. Voy a firmar mis papeles con azul. Voy a darle oportunidad a quién sea que se muestre decente y dignx de tener mi corazón. Voy a diseccionar mis historias, mi pluma, voy a dejarme leer.



Gracias por acompañarme este año, sé que fue difícil seguirme el paso, te aseguro que me esforzaré en hacer que valiera la pena. Gracias x tenerme fe. ¡Que el 2024 sea muy generoso contigo!


Comentarios

Entradas más populares de este blog

(In)feliz navidad

 La mayoría asocia las festividades de diciembre con momentos de diversión, de melancolía y de alegría. Para mí no ha sido así. Desde que tengo memoria, navidad ha sido una fiesta estresante, tensa, que nunca he terminado de entender. Pero vamos por partes, como diría Hannibal Lecter. ¿De dónde viene mi desprecio hacia la festividad capitalista por excelencia? Mis quejas van desde lo exterior hasta lo interior. Si bien celebrar esta fiesta en la familia de mi madre siempre es, por demás, traumático y desgastante, lo cierto es que incluso desde afuera, allá en el mundo, lo encuentro irritante. Los adornos son espantosos, toda la larga lista de películas manipuladoras y a-históricas, la idea hipócrita de que celebramos el nacimiento de Yisus siendo todo lo que él despreció en el canon -no, no me refiero a queers y trabajadores sexuales, sino a ser unos pedantes alzados de porquería- Los intercambios. Déjenme empezar por los putos intercambios: Si existe alguna dinámica que encarna a la

La larga lista de cosas que desearía que supieras

Si existe algo peor que estar mal es estar aburrida, porque para el caso prefiero morirme. Sería lo mismo si lo pensamos con detenimiento. Supongo que podría decir que no he estado muy bien, no sé desde cuándo y tampoco sé por qué. ¿Será mi cerebro rehusándose a acomodarse una cotidianeidad nociva -nociva para mí-? Rascar un poco de las orillas de mis cicatrices, a ver qué sale, a ver cuánto sufro, cuánto tolero, cuánto me importa. Tengo un par de meses que como una vez al día: He perdido el apetito. Creo que desde el 2018 algo en mi hábito alimenticio cambió de forma drástica. Creo que le perdí el gusto a comer. Creo que he dejado de pensar que es muy necesario. Creo que es una forma que tengo de inconscientemente castigarme. Creo que la angustia en mi estómago cubre bien el hambre. Tampoco he estado durmiendo muy bien. Me siento increíblemente estúpida de necesitar fármacos para dormir ocho horas seguidas, y cuando no estoy dándole vueltas al asunto cada noche puedo dormir más o meno