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El último post del 2023.

 Recuerdo que una de las partes que más me emocionaban de finalizar cada año era abrir un nuevo blog de esta serie llamada A Very Charlie Marian Story. Me encanta mi blog, me encanta venir a emocional y psicológicamente desnudarme aquí frente a ojos de extraños y sin embargo este año consideré seriamente la posibilidad de dejar de escribirlo. Desde hace unos años que mi vida se siente como una pausa en arenas movedizas. Un acto en slow motion. Nada me pasa, nada sucede y aunque en un principio era una monotonía que NECESITABA ahora se ha vuelto tan pesada, me está costando mucho ponerme de pie otra vez.  He tenido algunos trabajos, ninguno estable y ninguno relacionado a mi carrera. He tenido mis dudas sobre si volver, ahora estoy convencida de que no tengo otra opción. Se me están pasando los años y yo ya no puedo ni quiero seguir en este mismo lugar: Viviendo con mi familia, a la expectativa de un freelanceo que me paga cinco pesos... ¿Para qué? ¿Para dedicar todo mi tiempo a escribi
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(In)feliz navidad

 La mayoría asocia las festividades de diciembre con momentos de diversión, de melancolía y de alegría. Para mí no ha sido así. Desde que tengo memoria, navidad ha sido una fiesta estresante, tensa, que nunca he terminado de entender. Pero vamos por partes, como diría Hannibal Lecter. ¿De dónde viene mi desprecio hacia la festividad capitalista por excelencia? Mis quejas van desde lo exterior hasta lo interior. Si bien celebrar esta fiesta en la familia de mi madre siempre es, por demás, traumático y desgastante, lo cierto es que incluso desde afuera, allá en el mundo, lo encuentro irritante. Los adornos son espantosos, toda la larga lista de películas manipuladoras y a-históricas, la idea hipócrita de que celebramos el nacimiento de Yisus siendo todo lo que él despreció en el canon -no, no me refiero a queers y trabajadores sexuales, sino a ser unos pedantes alzados de porquería- Los intercambios. Déjenme empezar por los putos intercambios: Si existe alguna dinámica que encarna a la

En el clóset otro día más

 No pienso mucho en el tema porque sé que si lo hago me iré, de lleno y sin frenos, por un tobogán de trauma y odio. Autodesprecio también. Lo que deben saber es que no sé en qué momento me volví consciente de que era diferente. "Diferente", DIFERENTE. DIFERENTE. Sólo sé que la primera vez que lo escuché en bocas ajenas, me llamaron "marimacha". No entendí la palabra, supuse que se trataba de alguien indeseable, alguien molesto, alguien roto, descompuesto, que no cabe, que no es lo que debe ser. Nunca se lo dije a nadie, y lo volví a escuchar, y escuché otras cosas. "Lencha", "machorra", "jota". Los oía a mi alrededor, a veces apuntando a mi espalda, a veces de los labios de mis amigas, refiriéndose a alguien más. Tenía catorce años, era mi segunda secundaria y en algún momento de ese despertar por el que todo el mundo pasa, me di cuenta de que no era como los demás. Era diferente, en el peor de los sentidos. No sólo por mi orientación,

La larga lista de cosas que desearía que supieras

Si existe algo peor que estar mal es estar aburrida, porque para el caso prefiero morirme. Sería lo mismo si lo pensamos con detenimiento. Supongo que podría decir que no he estado muy bien, no sé desde cuándo y tampoco sé por qué. ¿Será mi cerebro rehusándose a acomodarse una cotidianeidad nociva -nociva para mí-? Rascar un poco de las orillas de mis cicatrices, a ver qué sale, a ver cuánto sufro, cuánto tolero, cuánto me importa. Tengo un par de meses que como una vez al día: He perdido el apetito. Creo que desde el 2018 algo en mi hábito alimenticio cambió de forma drástica. Creo que le perdí el gusto a comer. Creo que he dejado de pensar que es muy necesario. Creo que es una forma que tengo de inconscientemente castigarme. Creo que la angustia en mi estómago cubre bien el hambre. Tampoco he estado durmiendo muy bien. Me siento increíblemente estúpida de necesitar fármacos para dormir ocho horas seguidas, y cuando no estoy dándole vueltas al asunto cada noche puedo dormir más o meno

Yo siempre me quiero morir

Qué gran momento para hablar de suicidio que septiembre <3 Se celebra el Suicide Awareness Month, el día de la independencia de México y el cumpleaños del amor de mi vida (Stephen King) Y bueno, es cierto, yo siempre me quiero morir. Pero lean con cuidado, estoy segura de que no pensarán lo mismo que yo: Depresión, eso es lo primero que me diagnostican cuando me escuchan hablar del tema. "Estás deprimida, Mariana" Puede ser, pero no creo que sea la esencia. "Sólo la gente deprimida se quiere morir"... ES AHÍ DONDE NO COINCIDIMOS. Yo no creo que la gente enferma se quiere morir, de hecho, pienso que la gente enferma quiere vivir. Es la única razón por la que alguien querría vivir. Vivir en un mundo horrible, bajo un sistema depredador, en un entorno enfermo, violento, tristísimo.  Me deprime mucho que nadie más lo vea. Que a nadie más le duela ese dolor.  Soy mexicana. Celebro a los muertos, abrazo la muerte, soy consciente de la vida. Y aún así me quiero morir. ¿

Rompiendo el contacto cero

     En los últimos años me he esforzado en no dejarme llevar por mis más perversos arrebatos porque eso nunca ha acabado bien. Señora Impulsividad es como deberían llamarme. Ahora que ya casi tengo treinta y debo ser más adulta (la mierda que eso sea que signifique), trato de pensar mejor las cosas antes de hacerlas. Por lo menos darme cinco segundos de reflexión: ¿Es esto que estoy a punto de hacer/decir inteligente, prudente, necesario? Casi siempre la respuesta es NO. ¿Pero cuándo me ha detenido mi propio juicio? Rompí el contacto cero. Dos veces, después de todo este tiempo. Qué vergüenza me da admitir todo esto, ¿Saben? Principalmente porque fui yo la del adiós, la que les dijo que chuparan faros y me dejaran en paz. Había estado tranquila y en paz con esas decisiones. No soy más feliz, por supuesto, pero estoy en calma. Tan en calma que por primera vez en todos estos casi diez años que llevo escribiendo mi blog pasé todo un mes sin actualizarlo porque nada interesante o angustio

Eterna

 Hace mucho que no me sucedía. Debería empezar explicando que hace poco más de dos años terminé con esta persona. Ella había sido mi todo por los últimos 10 años. Nos conocimos al inicio de la carrera. Ella se llamaba Karla, era cristiana y tenía muchas dudas sobre el mundo, sobre todo con respecto a mi manera de vivirlo. Caminamos, un montón. Vivíamos muy cerca una de la otra. Ella era muy inteligente. A mí me gustaba mucho leer. Ella empezó a ver Glee porque yo lo veía. Hablábamos mucho. En la escuela, en el camino a casa. Vía whatsapp. Via facebook.  Mariana, tú me haces dudar. Ella se volvió mi mejor amiga. Le conté cada pensamiento espontáneo, cada sensación incómoda, cada idea, cada reacción. Ella, con sus grandes ojos oscuros y brillantes me miraban. Me daban comodidad, paz. Karla. Karla, creo que voy a sacar 7 en este examen. Karla, creo que mis amigas están enojadas  Karla, creo que le dije algo hiriente a mi hermana. Karla, creo que mi novio quiere pasar al siguiente nivel Ka